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jueves, 2 de noviembre de 2023

El camino del hartazgo

                                                                        Dibujo - 2003


La inspiración llega inesperadamente como relámpago y descarga ese halo de luz tan rápido que a veces es casi imposible guardarlo.

Recurrir a la memoria sensitiva y buscar, como si pasara mis dedos sobre los ficheros de las viejas bibliotecas, tratando de dar con "la" imagen entre medio de miles... pero en un segundo, como un destello, aparece ese flashback de vida propia, donde de nuevo, intentar cazar el instante en un parpadeo es una proeza. ¿Pero qué hay en esa memoria sensitiva? ¿Qué se busca en esa fotografía fugaz de, a lo mejor, ¿nueve años atrás...? ¿Qué hay para ver allí? o mejor dicho, ¿Qué hay para volver allí...?

No es el deseo de revivir lo que ya se hizo. No. Eso ya pasó y de poder elegir hacer algo nuevo, apuesto a lo nunca hecho, 

se trata quizás de volver a mirar el tiempo transcurrido. El tiempo en que las cosas fueron lo que fueron, muchas veces, hechos reiterados, puestas en escena donde algunos personajes cambiaban de vestuario y las escenografías se renovaban, pero en el fondo estábamos asistiendo a la misma obra, una y otra vez. La llamé "El camino del hartazgo".

Y en esa historia repetida y gastada, las imágenes retrataban muchas veces lo mismo. ¿Cómo puede ser que año tras año todo esto siga subiendo al escenario llegando a ser un espectáculo penoso? ¿Acaso dejamos de esperar "algo" de parte de los otros? ¿o algo de nosotros mismos? 

Estudios aseguran que pensar, pasó de moda. Sentir, también.

Los disfraces y las caretas pierden las texturas, los colores, se deshacen como si estuvieran hechas de papel maché y témpera y yo las veo,

yo LOS veo,

deshaciéndose, derrumbándose, 

como si la lluvia lavara todo eso y se volviera espeso como engrudo, y la imagen fuera nada, entonces los destellos y los flashbacks terminan siendo imágenes rígidas, recuerdos inmóviles como muros donde llorar.

Al fin de cuentas nadie quiere repetirse. Pero pocos quieren innovar y sentir. 

Dejar caer los viejos disfraces para que se construya el camino al que no se va  a volver.